viernes, 14 de enero de 2011

Cuenta atrás en la vida

Hemos entrado ya de lleno en el 2011 y con él en la recta final de la andadura universitaria de los que comenzamos hace un ya lejano 2006 en la Aula Magna del edificio de Ciencias Sociales. Tiempo ha trascurrido ya desde aquel momento. Ahora, tras muchas alegrías y porque no decirlo alguna que otra desdicha, afrontamos la cuenta atrás de nuestra licenciatura entre convulsos preparativos. Es lo que tiene licenciarse. Junto a este proceso llegan las cenas de gala, las fotografías para la Orla y, cómo no, el viaje de fin de carrera. Desde que se tuvo que escoger el lugar de destino las discrepancias (esas que han estado en el aula durante todo un lustro) han surgido. Una vez se decidió que la apuesta era la Riviera Maya la polémica no se apagó. Todo lo contrario. Que si precios, pack de excursiones, divisiones en los grupos... nada aclarado y todo por decidir.

Por eso me gustaría lanzar una reflexión. Porque si, son discusiones inocuas y, si me permiten escribirlo, estúpidas. Mientras nos abroncamos por cosas sin sentido ni valor no vemos la realidad que hay más allá de nuestro viaje. En abril llegarémos a Méjico, un país levantado en armas. De hecho, un estudio hecho público hace poco por una Universidad alemana ha situado a nuestro destino turístico de playas cristalinas entre los 6 países más violentos del mundo (si, junto a Irán y Afganistán). No en vano, en el pasado 2010 cada 24 horas eran asesinadas 45 personas en Méjico, casi todas tiroteadas en plena calla o ahorcadas en lugares más que visibles. Así, mientras Felipe Calderón lucha por erradicar una lacra que asola la población más pobre de Méjico inundando de droga y de desgracias a su gente más humilde, nosotros solo nos preocupamos por cuantos daikiris me podré beber en la piscina, con quien sentarme en el avión o cuanto me costará visitar una pirámide...

Por dios, pongamos sensatez al asunto y veamos lo privilegiados que somos.

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